Como artesana me permito
invocar a Hefesto hoy
el de la llama incesante
y del incendio danzante
da calor en invierno
y luz al ocaso
es puro movimiento
y energía en flujo.
Todo eso somos
si hablamos de fuego.
Si somos uno en el forjado
yo soy ama un breve instante
pero cuál es el afán
de quererlo domar.
En un cuerpo que no se quema
y en un fuego que no se apaga
difícil que todo confluya
en la calma de un poema
más arduo aún
si el vigor es el norte.
Entonces, que no se acabe el gas
que no falte el oxígeno
que no se extinga la llama
del soplete o del corazón.
Porque el día en que una se acabe
nuestras convicciones habrán cedido
o bien habremos muerto.
De todas formas colegas
Ya dejamos un trazo
Y entre remanentes dirán:
Donde hubo fuego...
bueno, completen la oración.