Regálate un momento de contemplación y disfruta conmigo de este proceso. Observa un trabajo manual consciente y meditativo, donde las manos y la mente se funden en una danza acompasada y todo lo que tocan lo transforman en algo vivo, cuál musgo cubre suelos. Ya no hay vuelta atrás, te has contagiado de la magia de la pausa, del disfrute del proceso, del aprecio del camino. En la sociedad de la inmediatez y la producción en masa, la confección lenta y tarda aparece como un tesoro que has de cuidar. Observa paciente hasta que sientas que empiezas a comprender cada paso. Hasta que asimiles la hazaña de un dedo y te conmuevas con ella. Mi arte desde mi vereda, lo comparto, lo dejo fluir como gas. Decide respirarlo sintiendo que tus manos quieren unirse al cometido. La contemplación de un oficio por un breve instante es pura resistencia. Es pasión, es ternura, y en este mundo que marcha veloz es sin duda revolución.